Una amiga se compró un día un artilugio para tomar decisiones, una especie de pequeña ruleta con palabras del tipo "ahora no", "piénsalo más", Si, "No"... Ella andaba buscando piso, y pensó que aquello la podía ayudar...y la ayudó. De hecho, cualquier cosa la habría ayudado: las cartas del tarot, unos dados, los posos del café... Ella es una mujer muy organizada, previsora y segura de sí misma, de hecho ya había confeccionado una tabla con distintos criterios para tomar la decisión: el tamaño del piso, la orientación, el número de baños, la cercanía a algún colegio. Pero faltaba algo entre aquél enmarañado conjunto de criterios vitales para su calidad de vida: la decisión que ya había tomado. Y es que cuando pensamos que estamos tomando una decisión, realmente lo que estamos haciendo es confirmar o rechazar la decisión que ya hemos tomado, nuestro cerebro siempre nos toma la delantera, eso sí, no lo hace en solitario, previamente se ha puesto en co...