Seguir o no seguir, he aquí el dilema de la formación

Diseñamos formaciones de impacto, impartimos formaciones vivenciales, adaptamos los contenidos a necesidades, logramos movilizar las motivaciones, tocamos conciencias... Los y las formadoras, hacemos grandes esfuerzos por lograr que nuestras formaciones logren su objetivo: instalar nuevos conocimientos, entrenar nuevas habilidades, tocar actitudes y conciencias... Pero cuando ese objetivo supone un cambio en la forma de actuar habitual del participante, cuando supone un esfuerzo en la puesta en práctica de un nuevo hábito, el taller de impacto se nos queda corto y necesitamos de un buen proceso de SEGUIMIENTO. Debemos ver el seguimiento de la formación como una acción más dentro de la propia programación formativa, como una herramienta que permite mantener la voluntad del participante en el cambio. Pero a menudo encontramos una gran resistencia en incluir el seguimiento en el presupuesto, se queda colgando de las propuestas, como un apéndice o una opción no necesaria. E