Hace
unos días, mientras ordenaba fotos, me encontré con algunas de mis primeros
cursos, una jovencísima Montse Burgos ante un grupo de directivos de Nivea. Lo
primero que me pasó por la cabeza fue "¿se acordarán de mí?, ¿recordarán
algo de aquél curso?, ¿les sirvió de algo aquella formación?
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Foto Pixabay |
A veces vuelvo a encontrarme con
algún participante de los cursos que imparto, y no puedo resistir la tentación
de preguntar por lo que recuerdan de aquello, por lo que practicaron después,
por la utilidad que sacaron del curso. Y casi siempre obtengo el mismo tipo de
respuestas: "no recuerdo bien de qué era el curso, pero si me acuerdo de
aquél ejercicio, o de ese comentario que me llegó al corazón". En muchos
casos hablan de este o aquél compañero o compañera con quien compartieron
reflexiones, y en los encuentros más afortunados hasta recuerdan haber puesto
en práctica esta o aquella técnica.
El recuerdo viene condicionado
por una especie de "clip emocional" que lo retiene y lo clasifica,
sin emoción el recuerdo se difumina y se pierde.
Llevo más de 25 años formando a
formadores, ayudándoles a preparar sus sesiones desde una visión sistémica:
clarificando su rol, indagando en sus competencias para ponerlas a punto,
ayudándoles a diseñar sesiones y a dinamizarlas.
He visto la evolución de la
formación, desde las presentaciones con acetatos coloreados a mano hasta las
presentaciones animadas de prezi, desde la lectura de manuales en papel hasta
la formación on-line con paquetes scorm. Los canales y tecnologías de la formación
han cambiado de una manera increíble, hoy día los profesionales de la formación
tienen a su alcance una gran variedad de medios, destinados a poner más
fácil el aprendizaje, a hacerlo más accesible y a incrementar sus efectos.
Pero…¿realmente
lo estamos consiguiendo?
Sabemos
que la formación on-line es el futuro, y debemos seguir explorando su potencial
en tres de sus grandes ventajas:
- La
accesibilidad y disponibilidad para el alumno
- La
adaptación de itinerarios
- El
ahorro de costes de desplazamiento
La
formación en las empresas necesita de estas tres grandes ventajas, en entornos
de trabajo cada vez más virtuales, con dispersión geográfica y funcional, con necesidad de inmediatez.
Pero
además de estos retos, las empresas tienen que amplificar el efecto de la
formación potenciando el impacto emocional, la utilidad y la facilidad de
puesta en práctica.
- Porque sin
impacto emocional, sin implicación personal, el recuerdo se difumina y se
pierde.
- Porque sin
percepción de utilidad, la motivación hacia la formación desaparece.
- Porque sin
facilidad de puesta en práctica, “el día a día nos come” y volvemos a hacer lo
mismo de siempre, sin incorporar los aprendizajes al puesto, sin transferencia
ni generalización a otros ámbitos.
Esta
reflexión me ha llevado a trabajar con un modelo de formación basado en tres esfuerzos:
- ·
El
esfuerzo por la accesibilidad disponibilidad: a través de una plataforma de formación propia
(MIpropiaaula) , donde poder diseñar itinerarios atractivos y dinámicos.
- ·
El
esfuerzo por el impacto emocional: a través de una búsqueda constante de
acciones, dinámicas y metáforas para contar historias, diseñando formaciones
dentro de recorridos como la Ruta de la Seda, el Ascenso al Everest, el Camino
al interior de la Mente, Conversaciones con el Maestro Yoda…
- ·
El
esfuerzo por romper con que “el día a día nos come”: con modelos de
acompañamiento que van desde el seguimiento por e-mail o plataforma on-line
hasta el Coaching telefónico o peresencial. Con planes de acción para el cambio
que parten del compromiso y se apuntalan con un seguimiento personalizado y
cómodo para el participante.
El
desarrollo de los profesionales de la formación debe ir dirigido a plantearse
retos de falta de tiempo, dificultades de disponibilidad, fallos tecnológicos y
sobre todo, luchar con que “el día a día nos come”.
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