Y miro...y sólo veo

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"Y miro, y sólo veo velocidad de vicio y de locura. Todo eléctrico: todo de momento. Nada serenidad, paz recogida. Eléctrica la luz, la voz, el viento, y eléctrica la vida. Todo electricidad: todo presteza eléctrica: la flor y la sonrisa, el orden, la belleza, la canción y la prisa" Miguel Hernández La verdad es que cuesta ver otra cosa, aunque existe una realidad calmada, tranquila, analógica aún, conectada con la naturaleza, que es lo que somos. Es difícil encontrar un tiempo para la calma y un lugar para la confianza en el ser humano, pero vamos a creer que existe. ¿Cómo no? Vamos a ponernos un propósito para este año que está aún desperezándose. Pero por favor, sencillo.

Resiliencia, Cuba y Japón. Dos formas de entender Gaman

 

Este verano he viajado a Cuba, iba detrás del ideal de una isla anclada en los años 50 y  me encontré de frente con Gaman.

Hace tiempo que llevo indagando en la cultura japonesa, su forma de afrontar las dificultades de la vida y su capacidad para nombrar de manera sintética verdaderos procesos complejos para la supervivencia. Puede leerse algo más sobre mi búsqueda en este artículo: http://montseburgosespinosa.blogspot.com/2023/01/gaman-aguantar-con-dignidad-y.html


El último concepto con el que me he topado es “Gaman”, este término en japonés  significa algo así como “soportar lo insoportable con paciencia y dignidad”.

El concepto procede de la filosofía de vida japonesa, basada en el estoicismo, el budismo y el confucionismo. Es un concepto parecido al de Resiliencia, esa capacidad de hacer que la adversidad nos vuelva más fuertes.

La resiliencia es una cualidad humana universal, pero cada cultura la aborda de manera única.

Aún no he estado en Japón para conocer su forma de afrontar la adversidad, pero he podido conocer la forma en que el pueblo cubano ha puesto en práctica su propia versión de Gaman.

A pesar de las diferencias en historia y contexto, ambas culturas valoran la perseverancia y la dignidad frente a las dificultades, las restricciones y la adversidad. Esta comparación revela lecciones valiosas sobre la resiliencia en el ámbito laboral y la capacidad de afrontar desafíos.

Gaman en la cultura japonesa implica aceptar las dificultades, sin exagerar, sin lamentaciones inútiles, sin rendirse. También implica mantener la coherencia y el respeto por uno mismo y por los demás, incluso en situaciones extremas.

El Gaman japonés se ha manifestado en diferentes momentos de su historia, en el comportamiento de su ciudadanía durante la Segunda Guerra Mundial, el terremoto y tsunami de 2011 o la pandemia de Covid-19.

La versión cubana de Gaman se expresa como un resolver lo imposible con ingenio y creatividad.

Es una forma de adaptación que se basa en el humor, la solidaridad y el optimismo.

Callejón de Hamel en la Habana

El Gaman cubano implica aprovechar los recursos disponibles, por escasos que sean, para encontrar soluciones prácticas a los problemas cotidianos.

También implica mantener el ánimo y el sentido del humor, incluso en situaciones difíciles.

En Cuba esto se manifiesta diariamente en la forma de sobrellevar el bloqueo económico, los huracanes, la pandemia de Covid-19 o la crisis migratoria.

(Foto: Callejón de Hamel, en La Habana)



Gaman y trabajo

"Gaman" japonés:

En Japón, el concepto de "Gaman" está profundamente arraigado en la cultura. Este término se traduce aproximadamente como "perseverancia" o "aguantar con dignidad". Los japoneses se enorgullecen de su ética de trabajo y su capacidad para enfrentar desafíos con resolución.

En el ámbito laboral japonés, el Gaman se manifiesta en la dedicación y la autodisciplina. Los empleados japoneses a menudo trabajan largas horas y enfrentan una fuerte presión para cumplir con las expectativas. Sin embargo, mantienen una actitud de perseverancia y compromiso. Esta cualidad ha sido una parte esencial del éxito económico de Japón y ha contribuido a su reputación de calidad y eficiencia.

"Gaman" cubano:

En la cultura cubana, no existe una palabra específica para describir el concepto de "Gaman" como en Japón. Sin embargo, los cubanos han demostrado una notable resiliencia a lo largo de su historia. Durante épocas de dificultades económicas y políticas, los cubanos han encontrado formas creativas de adaptarse a las circunstancias y de sacarles partido. Solo hay que ver sus coches Chevrolet, que son un reclamo turístico más allá de sus dificultades para mantenerlos en marcha.

En el ámbito laboral, los cubanos a menudo enfrentan escasez de recursos y limitaciones logísticas. A pesar de esto, mantienen una actitud positiva y buscan soluciones creativas y sobre todo solidarias.

Esta capacidad de perseverar y mantener la dignidad se puede considerar como una manifestación del "Gaman cubano". Los cubanos valoran la resiliencia y la habilidad de superar obstáculos, lo que se refleja en su espíritu de comunidad y solidaridad.

En mi viaje a Cuba, he comprobado su necesidad de compartir su relato de vida, desde la aceptación pero sin llegar a la resignación, pues son capaces de extraer lo mejor de ellos mismos para ponerlo en valor en forma de amistad, confianza, apoyo mutuo y una dignidad basada en el orgullo de ser lo que son.


¿Qué podemos aprender del Gaman?

Aunque el Gaman japonés y el cubano tienen orígenes y expresiones diferentes, ambos comparten una habilidad común: la capacidad de sobreponerse a las adversidades con fortaleza y dignidad.

Estas dos perspectivas pueden enseñarnos lecciones valiosas para aplicar en nuestro ámbito laboral y personal. Nos pueden ser útiles para aprender a:

  • Reaccionar al entorno desde un firme compromiso de control y calma, sin exageraciones ni dramatizaciones. 
  • Aceptar las situaciones que no podemos cambiar, con los pies en la tierra, sin perder la esperanza ni la motivación.
  • Utilizar nuestra creatividad e innovación para encontrar soluciones a los desafíos que se nos presentan.
  • Actuar con autodisciplina, respetando nuestros propios compromisos y manteniendo la coherencia entre lo que hacemos y decimos.
  • Mantener una actitud positiva y constructiva, sin caer en el pesimismo ni el victimismo.
  • Apoyarnos en nuestra red de apoyo social, sin aislarnos ni perder la confianza.
  • Cuidar nuestro bienestar físico y emocional, sin descuidar nuestra salud ni nuestra autoestima.




De Cuba me he llevado un gran aprendizaje de resiliencia, de Gaman cubano, aún no me he desprendido del olor a combustible de La Habana, de sus casas habitadas aunque parezcan caerse, de su malecón que se llena de gente al atardecer para refrescarse y compartir. Aún resuenan sus voces en mis oídos, compartiendo que su aguante también tiene un límite. Incluso Gaman tiene un límite, porque no todo es aceptable.




(Foto: Calle de La Habana)

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