Un cuento de Navidad

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Hace años que me gusta enviar felicitaciones de Navidad por estas fechas, reconozco que la Navidad no es lo mío, no es una época que me haga especialmente feliz, quizá sea el frío (yo soy más de calor), o la luz (eso de que sea de noche a las 17:30 me descoloca), pero lo cierto es que no soy una persona especialmente navideña. Si que reconozco que es una época con un gran poder de conexión, nos conectamos más familiarmente, más allá de los regalos y las comidas navideñas, vemos y hablamos con personas con las que hace tiempo que no teníamos contacto.  También es una época de conexión con nuestros propios deseos, nuestros anhelos y nuestros propósitos, aunque luego queden en agua de borrajas . Hace unos 15 años, en uno de estos momentos de preparación de la Felicitación Navideña, se me ocurrió coger trocitos de lienzo, pintarlos y escribir una frase para enviárselos a mis clientes y amistades. Lo pasé bien, jugando con colores y brillos. Me costó encontrar la frase... Finalmente la ...

RECUPERANDO LA CONCIENCIA DE LA SITUACIÓN


En un mundo acelerado, saturado de información, hiperconectado y en el que la tecnología ocupa cada vez más protagonismo en nuestras vidas, es curioso comprobar cómo nuestra capacidad de respuesta y adaptación pende de un fino hilo: el hilo de nuestra conciencia de lo que sucede. 

Cumplimos procedimientos, seguimos rutinas, ejecutamos protocolos…y mientras tanto… ¿dónde está nuestra atención?

Los grandes avances ligados a la automatización de procesos de trabajo se encuentran, a menudo, con el efecto adormecedor que este automatismo tiene para nuestros sentidos.

Desde los comienzos de la industrialización y las cadenas de producción, la mano de obra ha ido reduciendo su protagonismo en la ejecución y hasta en la toma de decisiones, los algoritmos deciden ahora por nosotros.

Pero realmente hasta en los procesos más automatizados es necesaria la presencia de una mente que observa, que analiza, que relaciona y concluye cuál es la mejor respuesta

Este proceso de decisión depende de nuestra  Conciencia Situacional, la capacidad de mantener la atención en lo que sucede y actuar de manera adecuada y eficaz. Esta es una complicada habilidad que requiere del equilibrio entre nuestra habilidad para mantener el foco lo suficientemente abierto para recoger informaciones del entorno y lo suficientemente concentrado para mantener el control de las respuestas.

¿Dónde está ahora nuestro foco?
Cuando el foco está demasiado concentrado, las acciones que ponemos en marcha no nos llevan a un buen fin. O por lo menos no nos llevan a reaccionar con la suficiente agilidad y adaptación.
Lo podemos comprobar cada vez que esperamos que el semáforo se ponga verde. Si fijamos nuestra vista en la luz roja, nuestra mente se va lejos, se desconecta incluso del semáforo, y al pasar a verde puede incluso que tardemos un poco en reaccionar.
Sin embargo, nuestra visión periférica nos permite ser más ágiles. Al mirar de reojo al semáforo, pero mantener nuestra atención en todo lo que sucede a nuestro alrededor, la reacción es más rápida cuando el semáforo pasa a verde.
Por supuesto que esto tiene una explicación fisiológica. En nuestro ojo, la visión periférica está preparada para detectar el cambio y el movimiento debido a la mayor presencia de células receptoras de movimiento (bastones), de modo que reaccionamos con mayor rapidez a aquello que nuestro ojo percibe lateralmente y menos a aquello que percibe de manera frontal.
Mientras que la visión central nos permite apreciar los detalles finos, la periférica nos permite ser más rápidos en nuestras respuestas.


Y ahora hablemos de este momento, en un mundo acelerado, automatizado e hiperconectado, aparece ante nosotros una amenaza que nos impone un parón forzado, estamos ante una pandemia por un virus desconocido para nuestro sistema inmunológico y que hasta ahora ha impuesto ante nosotros una situación mundial que bien podría ser el guion de una serie distópica. 

¿Dónde está ahora nuestro foco?
  • Mirando de frente la situación vemos un virus
  • Mirando de manera periférica vemos gente haciendo cola en los supermercados, abuelos sobrecargados con el cuidado de niños y niñas sin colegio, gente trabajando desde casa, menos usuarios en los transportes públicos, disminución del tráfico aéreo, disminución de la contaminación, disminución de costes de electricidad en las empresas…

Realmente no quería hablar de este tema, pero forma parte de lo que hoy ocupa mi foco, el cambio de nuestra forma de mirar las cosas.

Estoy convencida de que lo que está haciendo crujir los pilares de este sistema económico y social no es solo un virus, es la necesidad de replantearnos lo importante, recuperar la cordura y tomar conciencia de lo que nos rodea y lo vital que es para nuestra supervivencia.


Y volviendo al comienzo del artículo, un modelo de producción basado en la automatización, el cumplimiento de procedimientos, las buenas prácticas y los protocolos, solo funciona si los y las trabajadoras son altamente competentes en conciencia situacional.

A principios de este milenio el modelo VUCA (Volatility, Uncertainty,Complexity, Ambiguity) apareció para hacernos entender el entorno al que nos enfrentábamos tras el shok de los atentados de las torres gemelas de Nueva York. Llevamos 20 años trabajando en la incertidumbre y quizá este sea el momento de volver a nombrar ese entorno:


  • Volátil y ahora Vertiginoso porque todo avanza demasiado rápido para nuestra capacidad de reacción y necesita de nuestra mirada periférica.
  • Uncertainty (Incertidumbre) y ahora Universal porque ya sabemos que vivimos en un mundo conectado y por mucho que nos empeñemos hay cosas que traspasan las fronteras por altas que sean.
  • Complejo y ahora Crítico ya que cualquier estrategia nos puede llevar a un gran acierto o a un gran error. Las decisiones ahora son más cruciales que nunca.
  • Ambigüo y ahora Abierto a un nuevo modelo económico y social, porque la Conciencia de la Situación nos dice que esto no se resuelve con más “tiritas” y requiere de soluciones valientes y con una conciencia social, ambiental y emocional de la situación.


Es cierto que el último año ha aumentado la conciencia medioambiental, se nos han puesto delante nuestros propios plásticos, esos que usamos sin conciencia y que volvieron para despertarnos del sueño del hiperconsumo.

Pero no debería ser necesario llegar a la conciencia a través del miedo sino a través del placer de experimentar que las cosas están donde deben estar.


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