En un mundo acelerado, saturado de información,
hiperconectado y en el que la tecnología ocupa cada vez más protagonismo en nuestras
vidas, es curioso comprobar cómo nuestra capacidad de respuesta y adaptación pende
de un fino hilo: el hilo de nuestra conciencia de lo que sucede.
Cumplimos procedimientos, seguimos rutinas,
ejecutamos protocolos…y mientras tanto… ¿dónde está nuestra atención?
Los grandes avances ligados a la automatización de procesos
de trabajo se encuentran, a menudo, con el efecto adormecedor que este
automatismo tiene para nuestros sentidos.
Desde los comienzos de la industrialización y las
cadenas de producción, la mano de obra ha ido reduciendo su protagonismo en la
ejecución y hasta en la toma de decisiones, los algoritmos deciden ahora por
nosotros.
Pero realmente hasta en los procesos
más automatizados es necesaria la presencia de una mente que observa, que
analiza, que relaciona y concluye cuál es la mejor respuesta.
Este proceso de
decisión depende de nuestra Conciencia
Situacional, la capacidad de mantener la atención en lo que sucede y actuar de manera adecuada y eficaz. Esta es una complicada habilidad
que requiere del equilibrio entre nuestra habilidad para mantener el foco lo
suficientemente abierto para recoger informaciones del entorno y lo
suficientemente concentrado para mantener el control de las respuestas.
¿Dónde está ahora nuestro foco?
Cuando el foco está demasiado concentrado, las acciones que ponemos en marcha no nos llevan a un buen fin. O
por lo menos no nos llevan a reaccionar con la suficiente agilidad y
adaptación.
Lo podemos comprobar cada vez que esperamos que el
semáforo se ponga verde. Si fijamos nuestra vista en la luz roja, nuestra mente
se va lejos, se desconecta incluso del semáforo, y al pasar a verde puede
incluso que tardemos un poco en reaccionar.
Sin embargo, nuestra visión periférica nos permite
ser más ágiles. Al mirar de reojo al semáforo, pero mantener nuestra atención
en todo lo que sucede a nuestro alrededor, la reacción es más rápida cuando el
semáforo pasa a verde.
Por supuesto que esto tiene una explicación
fisiológica. En nuestro ojo, la visión periférica está preparada para detectar
el cambio y el movimiento debido a la mayor presencia de células receptoras de
movimiento (bastones), de modo que reaccionamos con mayor rapidez a aquello que
nuestro ojo percibe lateralmente y menos a aquello que percibe de manera
frontal.
Mientras que la visión central nos permite apreciar
los detalles finos, la periférica nos permite ser más rápidos en nuestras
respuestas.
Y ahora hablemos de este momento, en
un mundo acelerado, automatizado e hiperconectado, aparece ante nosotros una
amenaza que nos impone un parón forzado, estamos ante una pandemia por un virus
desconocido para nuestro sistema inmunológico y que hasta ahora ha impuesto
ante nosotros una situación mundial que bien podría ser el guion de una
serie distópica.
¿Dónde está ahora nuestro foco?
- Mirando de frente
la situación vemos un virus
- Mirando de manera
periférica vemos gente haciendo cola en los supermercados, abuelos
sobrecargados con el cuidado de niños y niñas sin colegio, gente trabajando
desde casa, menos usuarios en los transportes públicos, disminución del tráfico
aéreo, disminución de la contaminación, disminución de costes de electricidad
en las empresas…
Realmente no quería hablar de este tema, pero forma parte de lo que hoy ocupa mi foco, el
cambio de nuestra forma de mirar las cosas.
Estoy convencida de que lo que está
haciendo crujir los pilares de este sistema económico y social no es solo un virus, es
la necesidad de replantearnos lo importante, recuperar la cordura y tomar
conciencia de lo que nos rodea y lo vital que es para nuestra supervivencia.
Y volviendo al comienzo del artículo, un
modelo de producción basado en la automatización, el cumplimiento de
procedimientos, las buenas prácticas y los protocolos, solo funciona si los y
las trabajadoras son altamente competentes en conciencia situacional.
A principios de este milenio el modelo
VUCA (Volatility, Uncertainty,Complexity, Ambiguity) apareció para hacernos
entender el entorno al que nos enfrentábamos tras el shok de los atentados de
las torres gemelas de Nueva York. Llevamos 20 años trabajando en la incertidumbre
y quizá este sea el momento de volver a nombrar ese entorno:
- Volátil y ahora Vertiginoso porque
todo avanza demasiado rápido para nuestra capacidad de reacción y necesita de
nuestra mirada periférica.
- Uncertainty (Incertidumbre) y ahora
Universal porque ya sabemos que vivimos en un mundo conectado y por mucho que
nos empeñemos hay cosas que traspasan las fronteras por altas que sean.
- Complejo y ahora Crítico ya que cualquier
estrategia nos puede llevar a un gran acierto o a un gran error. Las decisiones
ahora son más cruciales que nunca.
- Ambigüo y ahora Abierto a un nuevo
modelo económico y social, porque la Conciencia de la Situación nos dice que
esto no se resuelve con más “tiritas” y requiere de soluciones valientes y con
una conciencia social, ambiental y emocional de la situación.
Es cierto que el último año ha aumentado la conciencia medioambiental, se nos han puesto delante nuestros propios plásticos, esos que usamos sin conciencia y que volvieron para despertarnos del sueño del hiperconsumo.
Pero no debería ser necesario llegar a la conciencia a través del miedo sino a través del placer de experimentar que las cosas están donde deben estar.
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