Gaman 我慢, aguantar con dignidad y resiliencia
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A 2021 le tocó Mizu no Kokoro, en 2022 comencé a trabajar con Seijaku, este 2023 toca trabajar desde Gaman
Mizu no Kokoro, expresión japonesa que significa Corazón como el Agua, se convirtió en mi inspiración y mi guía para 2021.
En este concepto, el agua se convierte en la metáfora de la calma poderosa, la capacidad de adaptarse a cualquier recipiente (be wáter my friend, que diría Bruce Lee).
En otro artículo
de este blog explico los 5 estados mentales que nos ayudan a mantenernos en
ese estado de calma y al tiempo productividad (Atención, Conexión, Egoless, Equilibrio
y Compasión)
Durante 2021 pude desarrollar a través de mis webinars una forma de recuperar la calma interior, de mantener la atención fuera y dentro a la vez, de practicar el “egoless” y entender lo que de verdad es la compasión.
Convertí este webinar en una forma de dar continuidad a las formaciones sobre mejora de nuestra productividad.
Mantener la calma productiva
es todo un reto y Mizu no Kokoro una buena estrategia
Seijaku 静寂 llegó en 2022 a mi vida como una necesidad de poner orden en el caos (así es como se define este concepto).
En un entorno en el que todo es
multitarea, hiperconexión, multicanalidad y exceso de estrés, es necesario
recurrir a antídotos para no volverse loco.
Yo utilizo desde hace años la metodología GTD (Getting Things
Done), pero la capacidad de enfocarse en las tareas requiere algo más que una buena
metodología y por ello indagué en un concepto para crear una pequeña estructura
de apoyo a nuestras mentes dispersas.
Seijaku es Calma en medio del caos, serenidad en medio de la
actividad, proactividad con control.
Y este año que acaba de comenzar ya me está reclamando que
sume una nueva sabiduría japonesa, en estos pocos días de 2023 ya me he
encontrado en unas cuantas situaciones que me piden paciencia, que espere, que
aguante, pero no de manera sumisa, sino desde la dignidad de saber que esperar
también es parte de una acción.
Gaman 我慢 es la capacidad de resistir ante la adversidad, es una resiliencia colaborativa, pues tiene siempre en cuenta al otro, para no dañarle, para mantener la armonía.
He escuchado a veces definir a los japoneses como
insensibles, poco empáticos, en realidad se trata de su forma de mostrar la
calma y el control ante las desgracias. Seguro que recordamos cómo fue la
reacción del pueblo japonés ante el terremoto del 2011, nos sorprendieron con
su forma de reaccionar, desde una manifestación absolutamente controlada del
sufrimiento.
Por supuesto que esta sabiduría ante la adversidad no la
encontramos solo en el estilo de vida oriental.
Cuando en mis formaciones explico el Círculo de Influencia y
de Preocupación, de Stephen Covey, al llegar al espacio de aquello que no
podemos controlar, donde toca aceptar lo que no podemos cambiar, me viene a la
mente la conocida plegaria de la Serenidad: "Señor, concédeme la serenidad para
aceptar lo que no puedo cambiar, valor para cambiar las cosas que puedo cambiar
y sabiduría para reconocer la diferencia”.
El gaman sirve para esos momentos dramáticos, pero también
sirve para el día a día, convirtiéndolo en una serie de estrategias que nos
sirven para lidiar con aquello que escapa de nuestro control.
¿Siempre Gaman?
La resiliencia nos vuelve duros como el metal, de ahí
procede el concepto, de la cualidad del acero, que se vuelve más resistente
cuando lo golpeas.
El gaman funciona en su justa medida, el punto de equilibrio
entre el descontrol y el exceso de control es delicado.
Controlar las emociones impidiendo que se expresen tampoco es bueno, por eso es importante desarrollar estrategias para:
- Tener una buena conciencia emocional, identificando las emociones que nos visitan, su relación con lo que nos sucede, su magnitud y coherencia.
- Tener un concepto de uno mismo que refuerce nuestra dignidad, para poder defender nuestros derechos.
- Contactar con nuestro cuerpo, con nuestro pensamiento y reconocer sus señales.
- Contactar con otros, desde el interés real, la empatía y compasión.
- Ajustar nuestras reacciones al entorno, a nuestras capacidades y posibilidades.
- Dar salida a nuestras tensiones y emociones de manera armónica con el entorno y sostenible para nuestro sistema.
- Expresar de manera respetuosa reconociendo nuestras limitaciones para lograr cambios en otros.
A veces apetece que gritar, tirarse de los pelos, patalear ... ,
pero en esos momentos lo que sirve es aguantar hasta que pase, ya habrá tiempo
para el desahogo, y sobre todo ya habrá forma de acomodar nuestra reacción a lo
que realmente deseamos y aquello que nos ayuda a lograrlo dignamente.
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