Un cuento de Navidad

Hace años que me gusta enviar felicitaciones de Navidad por estas fechas, reconozco que la Navidad no es lo mío, no es una época que me haga especialmente feliz, quizá sea el frío (yo soy más de calor), o la luz (eso de que sea de noche a las 17:30 me descoloca), pero lo cierto es que no soy una persona especialmente navideña.

Si que reconozco que es una época con un gran poder de conexión, nos conectamos más familiarmente, más allá de los regalos y las comidas navideñas, vemos y hablamos con personas con las que hace tiempo que no teníamos contacto. 
También es una época de conexión con nuestros propios deseos, nuestros anhelos y nuestros propósitos, aunque luego queden en agua de borrajas.

Hace unos 15 años, en uno de estos momentos de preparación de la Felicitación Navideña, se me ocurrió coger trocitos de lienzo, pintarlos y escribir una frase para enviárselos a mis clientes y amistades.
Lo pasé bien, jugando con colores y brillos.
Me costó encontrar la frase...
Finalmente la frase no era nada navideña, pero me convenció: "Cada día un buen día"




Recuerdo que unos meses más tarde fui a una reunión con una clienta y al entrar a su
despacho vi en la pared un precioso marco, con un trocito de lienzo en su interior, era mi felicitación. 
"Desde entonces cada día para mi es un buen día", eso es lo que me dijo la propietaria del marquito. 

Eso es lo que deseo en estos momentos y durante todo el año, que a cada día le encontremos algo bueno, aunque sea una esquinita. 

Así que, Felices Fiestas y que cada día sea un buen día






 

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