¿Cuánto te esfuerzas
al día por la comunicación?
Seguro que a lo largo del día pasan ante nosotros una gran
cantidad y variedad de situaciones en las que desaprovechamos, malgastamos e
incluso contaminamos una conversación. Alguien te hace una propuesta, tu no te
sientes cómodo y no sabes por qué, te apetece aceptar pero no quieres mostrar
debilidad (tampoco sabes por qué) y te lanzas decididamente a proponer algo
totalmente distinto solo por hacerte ver, es entonces cuando la conversación se
retuerce si no somos capaces de alisarla con nuestra propia voz y unas palabras
afinadas. Esa simple conversación puede acabar en un “pues que cada cual haga
lo que le parezca”.
La comunicación está predestinada a fracasar
La buena comunicación requiere un considerable esfuerzo:
saber lo que queremos lograr con ella.
Lo más difícil en la comunicación no es expresarse
correctamente, ni mucho menos, de eso ya se encarga nuestro cuerpo, lo difícil
está en saber lo que realmente queremos y ser coherentes con ello.
Cuando le pedimos a un experto que nos enseñe a persuadir a
través de la palabra, lo primero que tenemos que saber es que la palabra,
cuando está en línea con nuestros pensamientos y deseos, surge de nosotros de
manera fresca y salvaje a veces, incluso inapropiada, pero realmente SINCERA.
Siempre digo que si quieres persuadir tienes que acercarte,
acercarte a ti mismo, a tus verdaderos deseos y creencias, acercarte a tu
interlocutor, a sus necesidades y valores.
No es posible tener influencia desde la lejanía, desde las
posiciones YO-TU. Solo podemos lograr una influencia ficticia, basada en el
poder coercitivo.
La comunicación poderosa, la importante, esa en la que nos
jugamos cosas que nos interesan y preocupan, está continuamente en riesgo, el
riesgo de ser desatendida y convertida en una conversación insustancial,
anodina o peor aún, en una conversación de disputa, lucha y conflicto.
Para aprender a conversar de manera poderosa, primero
tenemos que reconocer lo que hay de nosotros en cada palabra, después debemos
adoptar la valentía del que se juega algo importante y por último asumir que
siempre puede haber mejores ideas que las mías, incluso cuando parecen peores a
primera vista.
1. Reconoce tu estado, tus deseos y tu objetivo
2. Adopta la valentía que requiere una conversación poderosa
3. Asume que puede haber una mejor idea
Convencer, persuadir, influenciar es algo relativamente
sencillo si logras que la conversación suene a poderosa, no vale hablar en
cualquier lado y de cualquier modo, es necesario otorgarle a nuestras palabras
la solemnidad que requieren, y el mundo occidental es cada vez menos solemne y
más utilitario.
El control de nuestras conversaciones
Muchas de nuestras conversaciones toman derroteros inesperados simplemente porque mientras las manteníamos estábamos a otra cosa, o nos dejamos llevar por las emociones. Es un error pensar que se puede mantener una conversación neutra, no emocional. Las emociones siempre están presentes durante nuestra comunicación. Pero han de ocupar un lugar adecuado, y no llevarnos a perder el norte y el control.
Por eso siempre hay que comenzar un paso atrás, un metro sobre el suelo, un poco espectador de uno mismo. Entrar al trapo es lo más común ante un tema emocional.
Sin embargo debemos esforzarnos por mantener esa posición de espectadores de nosotros mismos el tiempo suficiente para mantener el control de nuestro comportamiento.
Pero para llegar a la influencia es imprescindible acercarse al otro, así que hay un momento para las emociones, el momento de la empatía y del "entiendo que quieres... " este es el momento de mostrar que nos importa lo que el otro piensa y siente. Nada mejor que dejarlo de manera evidente con nuestras palabras, no basta con sentirlo, hay que demostrarlo.
Eso si, nuestro objetivo debe mantenerse, y si lo que queremos es un cambio de puesto de trabajo o simplemente una explicación, este será el momento de pedirlo. Después de la empatía, el reencuadre de nuestro objetivo, que significa plantearlo dentro del entendimiento de la posición del otro: "entiendo que para tí es difícil en este momento luchar por mi cambio de puesto..."
Por supuesto, que siempre dejaremos la puerta abierta a las ideas del otro, tenderemos un puente de entendimiento, dejaremos que exprese sus ideas, pero nos mantendremos firmes en nuestros deseos y propuestas.
1. Toma distancia y observa como espectador
2. Acércate y empatiza con tu interlocutor
3. Reencuadra tu objetivo en el marco actual
4. Abre la puerta al entendimiento y a las nuevas ideas
Por supuesto que una conversación poderosa no es siempre garantía de éxito, en muchas ocasiones no conseguiremos lo que queremos, pues depende de otras variables más allá de la buena comunicación. Pero al menos habremos ejercido nuestro derecho a expresarnos y la valentía de hacerlo con el respeto a nosotros mismos y nuestros interlocutores.
¿Merece la pena, verdad?
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