Un cuento de Navidad

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Hace años que me gusta enviar felicitaciones de Navidad por estas fechas, reconozco que la Navidad no es lo mío, no es una época que me haga especialmente feliz, quizá sea el frío (yo soy más de calor), o la luz (eso de que sea de noche a las 17:30 me descoloca), pero lo cierto es que no soy una persona especialmente navideña. Si que reconozco que es una época con un gran poder de conexión, nos conectamos más familiarmente, más allá de los regalos y las comidas navideñas, vemos y hablamos con personas con las que hace tiempo que no teníamos contacto.  También es una época de conexión con nuestros propios deseos, nuestros anhelos y nuestros propósitos, aunque luego queden en agua de borrajas . Hace unos 15 años, en uno de estos momentos de preparación de la Felicitación Navideña, se me ocurrió coger trocitos de lienzo, pintarlos y escribir una frase para enviárselos a mis clientes y amistades. Lo pasé bien, jugando con colores y brillos. Me costó encontrar la frase... Finalmente la ...

Poderosa comunicación





¿Cuánto te esfuerzas al día por la comunicación?

Seguro que a lo largo del día pasan ante nosotros una gran cantidad y variedad de situaciones en las que desaprovechamos, malgastamos e incluso contaminamos una conversación. Alguien te hace una propuesta, tu no te sientes cómodo y no sabes por qué, te apetece aceptar pero no quieres mostrar debilidad (tampoco sabes por qué) y te lanzas decididamente a proponer algo totalmente distinto solo por hacerte ver, es entonces cuando la conversación se retuerce si no somos capaces de alisarla con nuestra propia voz y unas palabras afinadas. Esa simple conversación puede acabar en un “pues que cada cual haga lo que le parezca”.


La comunicación está predestinada a fracasar

La buena comunicación requiere un considerable esfuerzo: saber lo que queremos lograr con ella.
Lo más difícil en la comunicación no es expresarse correctamente, ni mucho menos, de eso ya se encarga nuestro cuerpo, lo difícil está en saber lo que realmente queremos y ser coherentes con ello.
Cuando le pedimos a un experto que nos enseñe a persuadir a través de la palabra, lo primero que tenemos que saber es que la palabra, cuando está en línea con nuestros pensamientos y deseos, surge de nosotros de manera fresca y salvaje a veces, incluso inapropiada, pero realmente SINCERA.

Siempre digo que si quieres persuadir tienes que acercarte, acercarte a ti mismo, a tus verdaderos deseos y creencias, acercarte a tu interlocutor, a sus necesidades y valores.
No es posible tener influencia desde la lejanía, desde las posiciones YO-TU. Solo podemos lograr una influencia ficticia, basada en el poder coercitivo.

La comunicación poderosa, la importante, esa en la que nos jugamos cosas que nos interesan y preocupan, está continuamente en riesgo, el riesgo de ser desatendida y convertida en una conversación insustancial, anodina o peor aún, en una conversación de disputa, lucha y conflicto.

Para aprender a conversar de manera poderosa, primero tenemos que reconocer lo que hay de nosotros en cada palabra, después debemos adoptar la valentía del que se juega algo importante y por último asumir que siempre puede haber mejores ideas que las mías, incluso cuando parecen peores a primera vista.



1. Reconoce tu estado, tus deseos y tu objetivo
2. Adopta la valentía que requiere una conversación poderosa
3. Asume que puede haber una mejor idea





Convencer, persuadir, influenciar es algo relativamente sencillo si logras que la conversación suene a poderosa, no vale hablar en cualquier lado y de cualquier modo, es necesario otorgarle a nuestras palabras la solemnidad que requieren, y el mundo occidental es cada vez menos solemne y más utilitario.

El control de nuestras conversaciones

Muchas de nuestras conversaciones toman derroteros inesperados simplemente porque mientras las manteníamos estábamos a otra cosa, o nos dejamos llevar por las emociones. Es un error pensar que se puede mantener una conversación neutra, no emocional. Las emociones siempre están presentes durante nuestra comunicación. Pero han de ocupar un lugar adecuado, y no llevarnos a perder el norte y el control.

Por eso siempre hay que comenzar un paso atrás, un metro sobre el suelo, un poco espectador de uno mismo. Entrar al trapo es lo más común ante un tema emocional.
Sin embargo debemos esforzarnos por mantener esa posición de espectadores de nosotros mismos el tiempo suficiente para mantener el control de nuestro comportamiento. 

Pero para llegar a la influencia es imprescindible acercarse al otro, así que hay un momento para las emociones, el momento de la empatía y del "entiendo que quieres... " este es el momento de mostrar que nos importa lo que el otro piensa y siente. Nada mejor que dejarlo de manera evidente con nuestras palabras, no basta con sentirlo, hay que demostrarlo.
Eso si, nuestro objetivo debe mantenerse, y si lo que queremos es un cambio de puesto de trabajo o simplemente una explicación, este será el momento de pedirlo. Después de la empatía, el reencuadre de nuestro objetivo, que significa plantearlo dentro del entendimiento de la posición del otro: "entiendo que para tí es difícil en este momento luchar por mi cambio de puesto..."
Por supuesto, que siempre dejaremos la puerta abierta a las ideas del otro, tenderemos un puente de entendimiento, dejaremos que exprese sus ideas, pero nos mantendremos firmes en nuestros deseos y propuestas.


1. Toma distancia y observa como espectador
2. Acércate y empatiza con tu interlocutor
3. Reencuadra tu objetivo en el marco actual
4. Abre la puerta al entendimiento y a las nuevas ideas






Por supuesto que una conversación poderosa no es siempre garantía de éxito, en muchas ocasiones no conseguiremos lo que queremos, pues depende de otras variables más allá de la buena comunicación. Pero al menos habremos ejercido nuestro derecho a expresarnos y la valentía de hacerlo con el respeto a nosotros mismos y nuestros interlocutores. 

¿Merece la pena, verdad?

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